AL AHUAZ TERRITORIO ÁRABE

01.03.2021 10:06

AL AHUAZ TERRITORIO ÁRABE

Breve crónica de los hechos patrióticos en la región ocupada

La diversidad de investigaciones sobre Al Ahuaz obliga a una revisión histórica, y geográfica de esta porción de territorio ubicado en el sureste de Irán. Es indispensable abordar la situación política, social y económica por la que atraviesa la población árabe para interpretar el histórico expansionismo de la dirigencia persa.

Arabestán, Al Ahuaz, Ahwaz, Ahvaz, son distintas denominaciones de la misma región. Por su parte, los persas han nominado Juzestán a la región ocupada. Nos remontamos a los tiempos del monarca Reza Shah y del Jeque Khaz’al el Gobernador del Arabestán (Al Ahuaz), en los primeros años del siglo XX. Debemos referirnos al papel de la política imperialista británica en este conflicto, y a las graves consecuencias que acarrearon la difusión del plan inglés para clausurar la independencia del emirato árabe, así como la detención de Sheikh Khaz’al, hecho que daba por tierra con las esperanzas nacionalistas proyectadas en las consignas independentistas de los árabes.

La abundante riqueza de la zona, contrasta con la situación paupérrima de la población autóctona árabe que allí vive. Por Ahwaz corren cinco ríos, pero no tiene agua potable ni suficientes recursos hídricos para la agricultura. En esta región la República Islámica de Irán obtiene el 80% de la renta nacional, paradójicamente el desempleo local alcanza un 40%.(1)

 El relevamiento informativo realizado revela el verdadero propósito de los distintos gobiernos, sean monárquicos o teocráticos: el rechazo del Tratado de la Frontera firmado entre Irak e Irán en 1937. Las montañas constituyen una travesía física que separa Arabestán de Irán, dividiéndolos en dos territorios diferentes en los registros topográficos. El histórico emirato limitaba hacia el oeste con las gobernaciones iraquíes de Basora y Amara, y con las montañas del Kurdistán; con la zona montañosa del Louristan por el norte y con el Golfo Arábigo en el sur.

En 1925, el Arabestán tenía una extensión de 185.000 kilómetros cuadrados, al día de hoy se redujo a 65.000 km2, de acuerdo a la cartografía oficial diseñada por Teherán para la denominada provincia de Juzestán. La administración ocupante ha modificado el mapa político de la región, cercenando más de 100.000 km2 al histórico perímetro de la región histórica del Arabestán. En la actualidad la población árabe establecida en la zona alcanza los 8 millones de personas.

En los últimos diez años, más de un millón de hectáreas pertenecientes a los árabes –según fuentes oficiales iraníes–, fueron entregadas a colonos persas para la explotación agrícola-ganadera. Los actos de saqueo, el desplazamiento forzado del pueblo originario, la limpieza étnica y el empobrecimiento de los árabes ahuazíes, han sido constantes tareas del ocupante. Se trata de una campaña de exterminio de la población, con métodos que van desde la contaminación en la región, convirtiéndola en la cloaca de la República Islámica de Irán, hasta la ingeniería social , similar a las aplicadas contra la población azerí y baluchistaní, prácticas que demuestran la modalidad de Estado terrorista. (2)

Cientos de miles de árabes abandonan su patria hacia el interior de Irán, para vivir y trabajar como inmigrantes, descalificados en el plano laboral, convertidos en “mano de obra barata”. Otros deambulan en los países del Golfo Arábigo (Árabe). Las encuestas arrojan una cifra de más de 80.000 ahuazíes trabajando en Kuwait.

El mejor ejemplo para verificar estas afirmaciones, son las permanentes diásporas ahuazies propiciadas por las políticas planificadas en manos de la dirigencia persa, cuyo propósito es el traslado de estas poblaciones árabes hacia otras regiones de Irán, para asimilarlas y mixturarlas con gente de otro origen, de modo que finalmente pierdan la identidad.

La dirigencia de Teherán fue suplantando el nombre de Arabestán por el de “Juzestán” –a veces mencionado como Khuzistán–, artificio utilizado para despojar de su carácter árabe a la zona. El régimen de Irán también sustituyó el nombre original de Al-Muhammarah, –establecido por la tribu árabe Kab en el inicio del siglo XIX–, por el de Khurumshahr. Este distrito se encuentra exactamente en el cruce del río Al-Karoun y la cuenca Shatt-al-Arab, formada por la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates. De igual manera reemplazó el nombre de la ciudad de Al-Falahyah por el de Shadkan, que en idioma persa significa “Las dos felicidades”.

Esta práctica de cambiar el nombre de Arabestán por Juzestán y los de distintas ciudades y aldeas árabes por otros de origen persa, formó parte de las continuas políticas del colonialismo cultural, implementadas también en regiones habitadas por otras comunidades nacionales.

El Emirato de Arabestán siempre ha sido un territorio perteneciente a la Mesopotamia. Desde tiempos inmemoriales fue parte de Irak, fundamentalmente en su regulación social y económica, especialmente durante el califato Abbaside.

Turcos y británicos

En la época otomana, después de la ocupación de la Mesopotamia en 1534 a manos de Suleiman Al-Kanouni, la región histórica del Arabistán fue objeto de constantes disputas entre persas safavitas y turcos.

El acuerdo de Ardharoom, firmado el 31 de marzo 1847, repartía la zona entre los dos beligerantes: el Kurdistán se anexaba a los turcos y el Arabestán pasaba a formar parte de los dominios persas. Mientras esto ocurría, los nativos de Al Ahuaz no reconocían el acuerdo entre imperios. Otro ejemplo del reparto de territorios entre los imperios, en detrimento de los pueblos.

El Emirato de Arabestán fue durante mucho tiempo, antes y después de la celebración de este convenio, una región independiente, libre de la injerencia de los poderosos de turno. El liderazgo árabe se imponía, el Sheikh Khaz’al emergía como legítimo conductor de la región.

En 1925, una vez asegurados los intereses imperialistas británicos mediante la celebración de acuerdos petroleros, el gobierno central de Irán procedió a “estabilizar” su influencia en Al Ahuaz. Es preciso recordar que los británicos iniciaban sus maniobras para quedarse con los recursos petroleros en aquel emirato. Más tarde como réplica de esas iniciativas entraría Irak  en la agenda de Londres

Con colaboración británica, Teherán tomó prisionero al Sheikh Khaz’al. A partir de entonces, Al Ahuaz fue sujeto de un plan sistemático de colonización persa, pese a que el 90% de su población es árabe.

El monarca Reza Shah de Irán procedió al desarme de los árabes, imponiendo multas a las tribus que se negaran a hacerlo. Luego de diez años el gobierno monárquico recapacitó y entendió que la región ocupada era muy difícil de someter; las revueltas de las tribus de Beni Taraf no cesaban, sobresaliendo por su magnitud la que estalló en 1936.

Más tarde, por disposición de Teherán, se prohibía el uso de atuendos tradicionales y la utilización de la lengua árabe en la región. Una verdadera intromisión cultural destinada a colonizar la subjetividad popular.

La British Petroleum Company apoyaba y favorecía las políticas expansionistas de Irán. Al comenzar las perforaciones contrató únicamente personal persa, y del mismo modo llevó adelante la construcción del complejo de Abadan prescindiendo de los trabajadores árabes.

Insurrecciones populares de los árabes

Distintas modalidades contractuales forman parte de la lógica colonizadora de la dirigencia del Estado iraní. No es un dato menor que Al Ahwaz produzca actualmente más de tres millones de barriles de petróleo al día, mientras la población local se beneficia muy poco de esos ingresos en términos de empleo, infraestructura y bienestar general.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial las insurrecciones árabes no se hicieron esperar. Las regiones de Al-Khafajyah y Al-Huwayzah, especialmente las tribus de Beni Taraf, Beni Saleh, Berna Lam, Al-Sharfah y Al-Muheisin, se rebelaron ocupando todos los pueblos, puestos y ciudades de la región.

Como las revueltas se extendieron durante varios meses, el régimen de Irán movilizó un gran ejército, repartiendo numerosas brigadas militares por las provincias del sur. El ejército conducido desde Teherán se enfrentó a grandes dificultades para atravesar el área, no sólo por la presencia de movilizaciones árabes, sino también por la geografía surcada de ríos y pantanos que bloqueaban el avance militar.

Esta paralización de la maquinaria bélica, decidió al régimen a enviar aviones para bombardear los pueblos sublevados. Quemó casas de los insurrectos, destruyó plantaciones y otros recursos naturales y materiales. Se ejecutó así una masacre terrible: miles de niños, mujeres y ancianos inocentes murieron bajo el fuego de la embestida de la dirigencia persa.

Aplacada la revuelta árabe, el ejército monárquico arrestó a más de 800 combatientes revolucionarios que fueron trasladados a pie hasta Teherán. Solo un puñado de ellos llegó con vida: la población árabe debía “recapacitar”.

La planificación de Teherán para colonizar Al Ahuaz, avanzó con la elaboración de proyectos de riego perjudiciales para los agricultores árabes. La presa sobre el río Al-Karkha, llamada “Diz Pahlevi”, provocó un nuevo éxodo de la población árabe de la región. Desde la ocupación de 1925, el régimen de Irán ha persistido en su política tiránica, aterrorizando la población árabe mediante la manipulación del fanatismo étnico.

Aculturación y deculturación

En el proceso de pérdida de identidad fue un proceso sostenido desde el momento en que se institucionalizó la ocupación de Al Ahuaz. En efecto, en distintos momentos los regímenes de la dirigencia persa, en todos sus formatos (monárquico o teocrático) prohibieron el aprendizaje de la lengua materna de los lugareños. Esta medida contribuyó a promover índices educativos lamentables, que en la década del ´40 alcanzaron un 97% de analfabetos entre la población árabe.

El gobierno actual, conducido por la aristocracia clerical persa, persevera en la aplicación de programas de erradicación de la cultura árabe ahuazí. Una prueba contundente es la negativa de las autoridades ocupantes, a extender certificados de nacimiento a los niños que no tengan un nombre persa. Por otro lado, en las escuelas de Al Ahuaz está vedada la enseñanza del árabe, mientras que aquellos literatos y periodistas que, en un gesto de audacia y rebeldía se atreven a escribir o pronunciar palabras en este idioma, reciben duras penas, en algunos casos son acusados de subversivos y condenados a muerte.

Hace unos años, y como muestra de la “democracia” y “libertad” imperante en la República Islámica de Irán, seis árabes chiítas fueron llevados a tribunales por convertirse a la corriente sunnita. Su nueva condición religiosa, y la elección para sus hijos de nombres vinculados a personajes legendarios de ese grupo del Islán (sunnita), les valió ser acusados de “enemigos de Dios”.

Aproximadamente treinta y dos mil árabes de la región ocupada de Al Ahuaz, fueron detenidos desde las insurrecciones populares desatadas a partir de 2005. La esperanza de los  ahuazies está depositada en la llegada del día de la liberación, cuando las nostalgias que atraviesan las tierras del Arabestán logren desencadenarse de las garras del expansionismo persa. (3)

 

  1. https://www.ahwazna.net/19506/
  2. https://www.ahwazna.net/19447/
  3. https://www.ahwazna.net/19491/