Breve sobre minorías nacionales

18.11.2017 10:39

Las cuestiones vinculadas a las minorías nacionales, volvieron a tomar  vigencia en el nuevo siglo.

Hace poco nos  llegaba una noticia desde el cuerno de África, en Etiopía, donde una represión brutal del gobierno de Addis Abeba terminó con la vida de más de un centenar de manifestantes de la etnia oromo.

Tanto esta etnia como los tigre , tigrinian y otras minorías nacionales repartidas en Eritrea y  Etiopía, demandan  a las autoridades reivindicaciones culturales, que van desde el uso de la lengua materna hasta el respeto por las tradiciones ancestrales.

Es una cuestión repitente en  distintos escenarios, que finalmente cuestiona las maniobras del colonialismo cultural y, los soportes tendientes a la aculturación, es decir a la imposición de una cultura dominante a otras expresiones culturales.

La República Islámica de Irán es uno de los países que tiene el índice más alto de violación de los derechos culturales  de las comunidades nacionales. En la cartografía iraní, la imposición de los valores persas pretende arrasar con las legítimas y auténticas manifestaciones, que marcan la identidad de los pueblos árabe, baluchistaní, azerí  y kurdo.

Los pueblos llamados bereberes, conocidos en la región del Magreb y sahariana como amazih, integrados, entre otros, por los riff, cabila y tuareg, a menudo solicitan ser atendidos por los gobiernos  que dirigen las zonas donde están esparcidos. En algunos segmentos de la historia de esas comunidades, solo  Argelia y Libia en tiempos de Muammar Kaddafi, dieron algún tipo de respuestas a esas demandas  de tipo cultural.

En Mali, la situación es distinta. Los amazih dominan todo el norte de la región de Azawad, y han construido milicias poderosas que ponen entre las cuerdas al debilitado gobierno, hoy auxiliado por el “altruismo” desprendido del ejecutivo francés  conducido por el socialdemócrata  Francoise Hollande.    

Estos movimientos de defensa de la identidad nacional  en oportunidades mixturan en su plataforma el fenómeno religioso, que es un elemento, en algunos casos, imprescindible a la hora de las manifestaciones de defensa de sus orígenes.  La combinación puede ser letal, cuando los pueblos son arrasados por la impronta fundamentalista en el análisis de la realidad y, la posterior ejecución de los hechos con alternativas cruentas deleznables.